La prohibición de orar en las calles entró en vigor el viernes. Grupos radicales han protestado, a la vez que surgen lugares de culto improvisado.
Miles de fieles musulmanes han rezado en un lugar de culto improvisado en una sede abandonada de la brigada de Bomberos en el norte de París.
En el enclave construido en el norte de París, el jeque Mohamed Salah Hamza, que ha dirigido esta jornada de oraciones, ha aseverado que "este es el principio de una solución" y que "los fieles están encantados de estar aquí, en un lugar con capacidad para 2.000, que se ha llenado".
En este sentido, muchos musulmanes han coincido con el jeque al señalar que este sistema "será mejor", aunque han reconocido que, al principio, "a la gente le impactó" la decisión de prohibir los rezos en las calles.
Sin embargo, grupos radicales han protagonizado una manifestación contra esta normativa. Decenas de miembros de la agrupación Forsane Alizza ha sido zarandeado por las fuerzas de seguridad y han gritado "Dios es el más grande".
Internet también ha recogido ecos de la indignación de muchos fieles musulmanes. Asimismo, un hombre ataviado con carteles y con cintas verdes en la cabeza ha instado una hora antes del inicio de las oraciones en la calle Myrha, donde antes se celebraban, a los musulmanes a no desplazarse a los nuevos enclaves para el rezo.
"Ningún sistema en el universo puede controlarnos de estar al lado de Alá", ha clamado un joven. "Hay más dignidad al rezar en la hierba que en una falsa mezquita", ha añadido otro.
A siete meses de que tengan lugar las elecciones presidenciales en Francia, la prohibición ha sido considerada por muchos sectores como un intento de acercamiento por parte del presidente, Nicolas Sarkozy, a los simpatizantes de Marine Le Pen, nueva líder del Frente Nacional.
Colectivos de inmigrantes han criticado esta medida, así como la prohibición de llevar burka, el velo integral islámico que cubre la totalidad del cuerpo de la mujer
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