domingo, 12 de junio de 2011

Una 'venda inteligente' para tratar heridas crónicas

  • Cambia de color en respuesta a los cambios de temperatura en la zona afectada y así servir de signo que alerte de un posible problema en ella.
  • Si uno tiene una infección o inflamación se produce una subida de la temperatura corporal.
  • Una falta de abastecimiento de sangre en la zona provocará, por ejemplo, una bajada de temperatura.
  • Esta venda incorpora un material sensible a esas oscilaciones.
Una científica australiana trabaja en una 'venda inteligente' para el tratamiento de lesiones crónicas en base a un material que pueda cambiar de color según el estado de las lesiones, informaron esta semana medios locales. "Lo que estoy desarrollando es algo que cambia de color en respuesta a los cambios de temperatura", explicó Louise van der Werff, según la radio ABC.
"Si uno tiene una infección o inflamación es probable que aumente la temperatura respecto a la normal", comentó la investigadora de la Universidad de Monash.
Pero si se registra un descenso de temperatura es posible que exista "otro tipo de problemas como por ejemplo en el abastecimiento de sangre al tejido de la herida", agregó.
Se espera que este curioso invento mejore la calidad de vida de estos enfermos, sobre todo ancianos, diabéticos y personas obesas con heridas crónicas como úlceras.
En muchos casos, "las heridas de algunos pacientes tardan seis meses en curarse porque no se identifican a tiempo las infecciones recurrentes", explicó Van der Werff.
Para producir esta venda, la científico australiana busca incorporar en la fibra del material una molécula que cambia de color, entre el rojo, verde y azul.
La investigadora espera producir en el futuro cercano un prototipo en el que las modificaciones cromáticas estén calibradas en respuesta a un determinado rango de temperatura. "Queremos afinarla para que uno vea a través del color una diferencia, en menos de medio grado, en la temperatura (de la herida)", precisó Van der Werff.
La venda "camaleón" puede reducir en unos 500 millones de dólares locales (366 millones de euros) el coste del tratamiento de heridas crónicas en Australia porque facilita el diagnóstico supervisión del estado de las lesiones.

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